Cae mi pie a tierra. Y desfallezco.
¿Cómo soportar el dolor de la caída,
sin con ella cayeron los deseos, y las despedidas,
y los que murieron?
En el humano está la tristeza,
el dolor impuesto, el desagrado por bandera,
la ira al acecho y luego con dientes desbocada.
Y está la paz estremecida.
En el humano está la ignominia,
el animal de todos los tiempos,
y sus ritos y locuras,
y sus hipocresías.
Pero está esa voz cuando canta,
y son belleza sus desgarros.
Y está la lágrima de amor a ti debida,
y el verso reinventando palabras.
Y están los puentes invisibles,
las redes limpias,
el acorde azul que a tu alma zarandea.
Y está la caricia que el bebé, aun en sueños, te reclama.
Mas ya no están la nana ni la cuna,
ni el ogro de los cuentos,
ni la infancia prometida.
¿Morir?... Tal vez.
Tu edad es el tesoro
y soy renacimiento cada día.
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