21/5/11

15-M: EL DESPERTAR DE LAS CONCIENCIAS

Somos muchos los que hace tiempo, en distintos foros, cada uno a su manera, incluso en soledad, veníamos advirtiendo que el capitalismo extremo había conducido a la gente corriente a un callejón sin salida. Por "capitalismo extremo" no debe entenderse tan solo un modo de intercambio de bienes y servicios basado en la hiperproducción aun de lo inútil y en el consumo de masas a escala planetaria. También es un estilo de vida que, en palabras de Vicente Verdú, se infiltra en lo cotidiano "como un ambiente", esto es, mediante el adormecimiento de las conciencias individuales, el desprestigio de las instituciones públicas y la desregulación de las relaciones laborales.
Pero algo está demostrando la protesta protagonizada por los fundadores de DEMOCRACIA REAL YA: otra manera de hacer política es posible y necesaria. Es posible y necesaria otra cultura en democracia.
El mensaje transmitido no es antidemocrático. Ni siquiera es anticonstitucional ¿Cómo osan algunos tildar con esta etiqueta peyorativa a los miles de acampados en la Puerta del Sol de Madrid y en otras capitales de España, y a los cientos de miles de seguidores a través de las redes sociales y los medios de comunicación, si no hacemos otra que exigir un cambio de rumbo radical en el ejercicio del poder para que muestre su rostro más humano?
El ciudadano medio, el jubilado, el joven sin perspectivas, el funcionario, el trabajador, están gritando "basta". Basta porque es un insulto ominoso que la crisis financiera tengan que afrontarla las clases sociales más desfavorecidas mientras las entidades bancarias reciben cifras astronómicas del patrimonio público. Basta de privilegios absurdos, incluso obscenos, de quienes han convertido la política en una ocupación carente de honor. Basta de listas electorales con acusados de corrupción o con personas incapaces de comprender el verdadero significado del bien común.Basta de entreguismo a las crípticas Agencias de Calificación. Basta, en suma, de democracia falseada.
Con todo, el auténtico reto de la protesta vendrá a partir del 24-M. Las elecciones locales y autonómicas pasarán. Se renovarán ayuntamientos y parlamentos regionales. Y ningún representante de este movimiento social ocupará escaño alguno. ¿Qué hacer a partir de entonces? El movimiento deberá plantearse si está en condiciones de implantar una organización estable que, con un mensaje claro, realista, reivindicativo y riguroso, sepa afrontar el único reto legítimo en los actuales Estados democráticos: competir por la confianza ciudadana. A juzgar por la ilusión despertada y por las muestras de adhesión, puede asumir este emocionante desafío.
Palabras y conceptos como obrero, clase social, capitalismo, lucha de clases, habían caído en desuso a consecuencia de la perversión linguística que trajeron consigo ciertas escuelas filósoficas que, al calor de la globalización, vaticinaron el fin de la historia. Con cuánto ridículo se desvela en estas horas nuevas semejante pirueta de intelectualidad fría. Puede que la historia anduviera congelada, pero ha empezado a moverse en la madrileña Puerta del Sol.
Marx llevaba razón cuando, a la edad de veinticuatro años, dijo: "Allí donde sufren tanto el obrero como el capitalista, el obrero sufre en su existencia, y el capitalismo en su ganancia". A este desequilibrio patológico, inhumano y perverso hay que decirle "basta". Se trata de una obligación moral. No es poco.

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