Se acerca el
otoño, el gris-azul en la mirada,
el aire sin
luz, el verde muriendo.
La nieve
marchita.
¿Dónde
estará la paz de cada día?
¿Dónde el
pan que sea calor y sustento?
Hay en mí
una prisión de fuego.
Una implosión
que no termina.
Asumir que
los primeros besos,
cuando el
mundo era grande y asustaba,
no fueron
suficientes
y el miedo permanece.
y el miedo permanece.
Asumir que
el amor, o es real o es la nada.
Sólo sufrimiento.
Asumir que
los vínculos son el alimento.
Asumir que
cada lágrima que ahora rompe mi rostro es merecida.
Asumir que me
construí con cincel y golpes equivocados,
pobre estatua
agrietada por dentro que aspiraba a la belleza.
Asumir la
enfermedad, la vida asesina,
el laberinto
de las emociones,
la soledad
de la tregua,
el desamparo
de la existencia.
La pugna por
hacerla latido auténtico,
verdad en la
respuesta.
Se acerca el otoño,
se arrima a
mi cuerpo desnudo.
Y un manto frío me arropacomo una sombra.
1 comentario:
Querido amigo, cuando llegues al invierno de tu vida lo verás igual pero con calma.
Un hermoso poema para reflexionar.
Un abrazo grande.
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