25/11/14

PAZ A MI SUBURBIO

No ves que soy luz que no ilumina,
alma despiadada y triste,
tronco que se trenza a la sombra,
un soldado apátrida que con cada batalla
construye sus derrotas.

No ves que un anhelo de ternura me persigue,
tan intenso y tan real como la curva cerrada
que tu boca describe cuando calla.

            Estar cosido a ti, húmeda y suave,
  es sobrevivir maltrecha la inocencia.
            Una eclosión que desaparece.
            Un océano que súbito entra en calma.
            Ansia de que nada gris suceda,
  todo aquello que de la tempestad se espera.

Soy costura quebrada de piel,
torpe lamento y cicatriz pugnante.
Ahí viene la angustia sin nombre que tu nombre acalla,
esa explicación imposible que los interrogantes preñan con violencia,
insaciables, crueles, constantes como puñales que no matan.

Tanto pensamiento castigador que sólo alcanza el vacío,
nunca la hora en que la paz, adormecida,
se arroje sobre mi suburbio inquieto
y mis letras se desprendan del sacrificio inútil,
y las presencias vanas enmudezcan como pájaros muertos.  

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