29/4/13

TU NOMBRE



Tu nombre.
Escrito con tiza en el hule de una buhardilla, blanca la palabra.
Tu nombre digital tecleado en la pantalla vítrea 
de un teléfono móvil que no sabe pronunciarlo. 
Sobre arenales los bosquejos de su dibujo, 
saturando los huecos, 
el agua hendiéndolo.
Tu nombre perdido en la madeja cuando me encuentra, 
tu nombre escrito en el algodón disperso de una nube 
a la que me encaramo y se rompe.

Mis pensamientos más inocentes anhelaban tu nombre.
Nunca dejé de ser aquel niño asustado que, viviendo, 
esperaba aislarlo de todos los nombres y poder leerlo.
Tu nombre compacto, breve, febril, quieto.
Tu nombre de amante que mis labios callaban cuando me amabas.
Tu nombre rayando una hoja de papel que no hurta el viento.
Tu nombre mágico, que sólo a ti pertenece.

Cuando no había pétalos, estaba tu nombre.
Cuando no había risa, estaba tu nombre.
Cuando el llanto sin sentido me quebraba, oprimía, desquiciaba, estaba tu nombre.
Tu nombre, que te hace única y diferente siendo todos los nombres del mundo.
Tu nombre me dice tanto. Me alivia, me colma.

Sálvame o condéname, yo te imploraba,
pero no me quites tu nombre, 
que no desaparezca,
que sea eterno.
Mi mejor voluntad, la más pura, la que huye de las traiciones, 
caminaba junto a tu nombre.
Yo y tu nombre no queríamos ser uno,
sino contigo ser dos que se unían.
Tu nombre desposado.

No adoro a dioses, no tengo hacedores.
Sólo poseo tu nombre inarticulado.
Es más que una plegaria, más que un universo.
Tu nombre entero, letras que te convierten en presencia.
Presencia de la que nunca me alejaba
aun cuando me detuvieran los silencios,
la palabra que callé y que, ahora, estalla en mi boca
y ya no puedes oír.

La luz que contiene tu nombre,
la vida que hay en él,
el cuerpo ocioso, desnudo,
al que evoca y distingue.
Tu nombre.

Mi único destino era deletrear tu nombre invisible,
hacerlo voz con mi escritura,
música hiriente, verso desagregado.

Sufro, ¿ves?
Sufro porque mis manos, ellas solas,
me privaron de tu nombre.
Lo aniquilaron.

Hoy es otro día tan gris como los anteriores que ya no computo.
Hoy es el día en el que me doy cuenta del grave error.
Nada puedo hacer para reparar el inmenso daño.
Púrpura es el color de mi arrepentimiento.
Púrpura es el color de mi culpa.
Lo es de la sangre que he vertido.
No mentiré: me estoy consumiendo, empequeñezco.
Muero sin el cuerpo que tu nombre portaba.

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