25/11/11

EL DESTINO DE LAS PALABRAS

Si el destino de las palabras fuera definir la vida,
entonces yo, lo confieso, me proclamo aprendiz, ignorante,
incluso impostor.
Detente, grita, suplica, una voz antigua en mi interior,
pues ellas solas no llegan adonde quieres ir con tanto anhelo.
Este viaje también necesita la música, el sol, una caricia.

Si las palabras fueran hábiles y expresaran
mi lucha por comprender el tiempo, las desgracias, el amor,
entonces yo sería un sabio, un impenitente,
tal vez la roca sin alma que los embates del mar nunca desgastan.

En seco detente. Que la pulsación ya no sea clavado puñal,
sino romper las malezas y sentir el latido que, sin miedo, se acompasa.
Son acordes de una nana, melodías de paz,
de un dolor esencial  que sólo alivia mi palabra.


No hay comentarios: