28/5/11

NO ESPERES NUNCA

No esperes nunca aplausos al final de tu discurso. Juega con el vacío como si las distracciones de la edad temprana hubieran sobrevivido. Pero empieza a comprender, urbanita, que no es posible la totalidad que te prometen cuando enciendes el televisor.
No esperes nunca a quien te mira por encima del hombro: su ausencia es una bendición. Sigue la ruta de la mejor comunicación. Podríamos intentarlo con la sonrisa. Acepta que la civilización aún es una selva, ninguna panacea.
No podrás identificar lo absurdo que hay en cada conducta, en cada menosprecio, en cada deseo compulsivo, en cada anhelo sutil de recibir cariño, si previamente no intentas conocer al extraño que habita en tu interior. En los desvanes que hace mucho se clausuraron, donde se posa la polvareda y se aquieta, crecen las raíces de tu ser. Lo demás es la vida, y la vida es tu época, la historia que le precedió, el papel mojado que se arruga en las esquinas.
Lo sé. Sé la enorme dificultad que entraña sobrevivir en este mundo que siempre enloquece, y sentirse seguro, y amar, y ser correspondido. Hay una calamidad que siempre estuvo presente: el miedo a la soledad cuando somos excluidos del rebaño. Porque hay miradas que te destierran. Porque la mayoría no concibe que seas libre, contradictorio, músico, pintora, poetisa, titirero. Y lo expreses.
Pero si fuera ese tu miedo, detente y examina de cerca el rebaño uniforme al que perteneces. Hallarás una respuesta que tal vez no venga a consolarte, pero te aproximará a una realidad: el rebaño no merece la pena.

No hay comentarios: