19/3/16

ATERIDO

Si el mar en calma pudiera verse sin miedo
en una esquina de tu universo,
y el delirio de tu curva, y el beso de labios renacidos.

Si las ataduras de la memoria en clavos se convirtieran,
y los clavos en pájaros que remontan el vuelo.
Si el niño creciera al fin,
y amar y ser amado no fuera suplicio,
embestida, llanto, la esencia de lo efímero,
la esencia de la dureza.

Si los espejos no mintieran tanto,
si la piel no tuviera sed de otra piel desnuda,
ni las palabras hambre de silencios.

Ven a mí, soledad. Ya no me aterras.
Ven a mí si quieres mi presencia,
mi dolor, mi historia, mi lápiz,
la vida que por dar me queda.

1 comentario:

Bárbara Himmel dijo...

Seria todo muy distinto si los espejos no mintieran tanto...