15/9/13

TARDANZAS Y ADIÓSES

Es posible que la humanidad tenga que pasar sin mi descendencia.
Es posible que a ella no le importe. Y es posible que mi lamento no sea tanto.

Es posible que tenga que tachar del calendario los propósitos cuya inutilidad ya aparece tan clara como una pesadilla que Freud hubiera diseccionado.
Qué miedo dan los divanes y sus cosas; tal vez por eso casi nadie los prueba.

Pero sin duda es posible que aún he de asumir riesgos.
La valentía no consiste en disparar, sino en destruir las armas, prótesis malditas de esa criatura a la que tanto he acabado pareciéndome: el ser humano.

Es posible que la negativa de una mujer empiece a importar menos que las razones que la provocan.
Es posible cerrar tu puerta despacio, dejar de ser tan vulnerable.

Pues una voz llega de repente y te susurra: No te preocupes; duerme, niño solitario.
La puerta se cierra y se abre la certeza.
No tenemos derecho al amor del extraño, sino a su conquista incruenta.
Incluso es posible que hayamos sustituido la gloria de dios por el amor glorificado.
Y es posible que ahí, justo ahí, radique el inmenso error.
Es posible que el amor auténtico no desee tronos,
sino menos atragantos, felicidad en el silencio y tálamos apasionados.

Es posible que la humildad se halle largo tiempo desterrada.
Pero es imposible no darte cuenta cuando llega.
Porque siempre llega.
Pérdidas, dolor y esperanza se funden.

Es posible vivir de un sueño. Si tanto lo anhelas, constrúyelo.
Pero anda con cuidado: respiras en la realidad de cada día.
Incluso es posible que todo esto haya sido escrito tarde.

Sin duda es posible: ya cayó la madrugada.

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