21/10/11

LAS COINCIDENCIAS

El mismo día que ETA anuncia el cese definitivo de sus actos terroristas Gadafi al fin es hallado, tiroteado y linchado hasta la muerte. Son dos hechos históricos de notable magnitud que han coincidido en el tiempo. ¿Casualidad o causalidad? En las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo los gudaris etarras aprendían tácticas de combate en campamentos secretos montados en Libia, país rico en petróleo y gas que el sátrapa coronel venía gobernando con mano de hierro sin sospechar que las revoluciones que han sacudido Oriente Medio habrían de llevárselo por delante.

La vida tiene extrañas simetrías. El mismo día que dos ejemplos supremos de la barbarie humana se desvanecen tras cuatro décadas de ignominias, asesinatos y terror, Chente, uno de los pocos amigos que me quedan de la infancia, me remite un sms con este tenor literal: “¡¡¡ Hola, tito Kiko !!!” En esos momentos estoy atareado en el trabajo y no puedo preguntarle a mi amigo la razón de su euforia. Pero un dato se queda arremolinado en mi cabeza, filtrándose como un alfiler entre los informes, resoluciones judiciales y escritos jurídicos en los que ando enfrascado: mi amigo jamás me había llamado tito. Por puro decoro no diré aquí los variados motes que de vez en cuando me dedica. También silenciaré mis replicas. Pero el caso es que “tito” nunca me había llamado.

La vida es un milagro injusto. Milagro porque no sabemos de dónde venimos y el destino es pura incertidumbre. Injusto porque a la conciencia de morir que tarde o temprano se nos aparece, se añade otra carga aún más pesada: puede que la existencia no conozca lo que es la felicidad, vivir en calma, debido a que durante milenios y hasta llegar al día de hoy los seres humanos sólo hemos logrado construir una cultura absurda.

Tito.El muy  intrigante me ha llamado “tito” y por más vueltas que le doy no alcanzo a comprender la razón. Además, el texto viene adornado con una tríada de signos de admiración. No puede tratarse de una mala noticia.

ETA debió extinguirse hace mucho tiempo. De hecho, nunca debió existir. Pero en términos históricos no basta este anhelo. En términos históricos resulta imposible obviar que ETA surgió al calor de una dictadura. Y con ella debió fenecer. Sus víctimas no merecían la muerte, la mutilación, la vida rota para siempre y en permanente tortura. Tampoco lo merecieron los presos políticos, vascos entre ellos.
No he querido ver las imágenes del linchamiento de Gadafi. ¿Para qué? Sé de dónde viene tanta ira acumulada que de repente estalla y se ensaña con su hacedor. Tampoco me sorprende el desenlace trágico de un hombre que se creyó omnipotente. Gadafi era un loco. Pero ya se sabe que en el mundo occidental, tan democrático, tan libre, hasta con los locos hacemos negocios suculentos.

Salgo de dudas a la hora del almuerzo. Una llamada telefónica de Chente despeja las incógnitas del nuevo mote que me acaba de asignar, de su alegría inesperada y del júbilo que detecto en su voz. Va a ser padre por primera vez. Él no quería. O eso me dijo en cierta ocasión hablando del asunto. Ahí te quiero ver, Chentito, dedicado en cuerpo y alma a esa criatura a la que tienes (tenemos) la obligación moral, tan humana, de dejarle un mundo mejor.     

              

1 comentario:

Norma Ruiz dijo...

Josè:
no creo en las coincidencias, para todo hay una causa y efecto¡, el mundo convulsionado, caòtico y violento genera sufrimientos, y a pesar de ellos nace la vida, ¡que paradoja¡ miles de seres mueren y al mismo instante miles nacen.
nuestro deber humano nos señala que hay que preparar a esos jòvenes y niños para un futuro mejor¡.
abrazos mi querido amigo