Nunca pidas perdón a los poetas
cuando se trata de sus versos,
que te pierden el respeto.
Ellos no saben de componendas
cuando el blanco en el papel les sobrevuela.
Ellos dan a la palabra su versión de puñal dulce.
Y al veneno transforman en querencia.
Y dictan su timidez por los desvanes.
Y se sientan en las penumbras estrechas
esperando que tú seas el rescate.
Y aman la luz que nadie alcanza.
Y despiertan azorados cuando alguien pide perdón
porque quedó escrita una metáfora.
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